
Entre tantas cosas no nos decidimos por ninguuna, así que decidimos ir a caminar. Fuimos a parar en un verdoso paraje natural donde abundan bastantes moras que son como uvas en miniatura con unas ojas que tienen pequeñas espinas. Juntamos bastante como para saciarnos. El lugar era una pampa de gran extensión rodeada de sembríos donde se cultiva la papa o el trigo, por ejemplo. Seguimo caminando y llegamos a un verde pasto, algo así como el gras. Ahí descansamos toda la mañana haciendo hora entre juegos y fotos. Al descansar se observaba a lo lejos el pequeño pueblo, y el verde prado que lo hacía lucir hermoso y adecuado para tomas perfectas haciendome sentir como dueño de todo esto, pues claro es nuestro, no ?... nuestro Perú profundo.

En fin... seguimos ahí hasta que decidimos volver porque ya teníamos hambre y como ya era hora de almorzar nos enrumbemos hacia la casa nuevamente, mientras volvíamos no dejabamos de recordar el hermoso paisaje, así que, para el recuerdo hacíamos tomas de las más hermosas bellezas naturales que nos atraían. Ya al llegar a la casa nos esperaba un banquete consistente en guiso de cuy, de entrada, y un rico cabrito...

Todo estuvo exquisito, creo que fue una de las mejores comidas que he disfrutado en suelo liberteño, aparte del ceviche (en la costa) claro está. En la tarde estabamos tan saciados que tuvimos que descansar y que manera de descansar un momento disfrutando de ese paisaje nostálgico del ande liberteño que inspiró a grandes. Luego para más tarde nos pusimos a ver una película, entre otras cosas (jeje), hasta que llegó la hora de la despedida, teníamos que volver a Truxillo del Perú, sin antes ser atendidos con un lonche de la tarde por la dueña de casa. Partimos con esa alegría de que personas así, solo se encuentran en la región andina, solo en nuestro país, solo en nuestro querido Perú y que oportunidades de pasar un buen momento con los amigos solo se encuentran cuando tienes buenos amigos... Gracias muchachos...












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