Gocta: 771 metros de
altura, dos caídas, ubicada en el anexo de Cocachimba, distrito San Pablo,
provincia Bongará, en nuestra muy querida Amazonas. A estas alturas, es
innecesaria una vasta presentación de esta belleza. Un visitante o turista que
llega a Amazonas no podría irse sin disfrutar de Gocta.
Sin
embargo, siempre me ha llamado la atención la popularización al afirmar que
Gocta fue “descubierta” el 10 de
marzo de 2006, día en que fueron dadas a conocer las medidas exactas. Esto
porque los descubrimientos son un mito que la historia oficial ha guardado
entre sus páginas y que hasta hoy se mantiene aún vigente. A manera de ejemplo
mencionaremos el hecho que Cristóbal
Colón llegue a América en 1492, los libros convencionales de historia nos
hablan del descubrimiento de América. También
cuando un grupo de españoles expedicionarios, con Francisco Pizarro y Almagro a
la cabeza, ansiados por el oro y la plata llegan a nuestro territorio: saquean,
matan gente, pisotean la cultura de los incas hasta desaparecerlo, todo por la
riqueza económica que poseía el Tahuantinsuyo; a eso también los textos de
historia denominan Conquista de los Incas
o descubrimiento del Perú. Si enumeramos la lista de los mal llamados descubrimientos no alcanzarían palabras
para mencionarlos. Miren a Hiram Bingan que últimamente ha sido blanco de
especulaciones acerca de su primera llegada a Macchu Picchu.
Está
claro. Aquí hay una confusión. El termino descubrimiento se encuentra tan
desvirtuado. Veamos. La Real Academia Española (RAE) define a esta palabra como
“hallazgo, encuentro, manifestación de lo que estaba oculto o secreto o era
desconocido”. ¿Pero a qué viene el caso con Gocta? Aquí las razones. Las tres veces que visité
Gocta he escuchado decir de boca de los pobladores y leer en algunos carteles
que Gocta fue “descubierta el año 2006 por el alemán Stefan Ziemendorf”.
Gocta
es una creación de la naturaleza. Gocta siempre estuvo allí. Años, siglos y
hasta milenios. Para tal caso citaremos un documento del siglo XVIII,
exactamente del año 1713, que llegó a
mis manos desde la Comunidad de San Pablo. En este documento antiquísimo se
hace mención de la existencia de una caída de agua que para mi parecer es lo
que hoy conocemos como la catarata de Gocta. Textualmente, en el documento se
menciona lo siguiente: “lindan con un
Chorro de que cae de una peña tajada muy alta y deciende por junto a una
montaña alta que pertenece a dicho don Fernando y mas abajo con otros
arroyuelos hace un arroyo grande y por una quebrada baja deslindando las
tierras de una y otra parte referidas a dar en el Rio de la Coca que llaman
junto a un puente de dichos indios y camino Real de esta Provincias y yo el
dicho Juez puesto de pies en la dichas tierras trave por la mano a los dichos”
(sic).
Los
funcionarios del virreinato utilizaban las caídas de agua y la geografía
accidentada de la zona para usarlo como delimitación de tierras. Estas
descripciones nos sirven ahora para comprender nuestro pasado. Para el caso de
Gocta, nos ayudará a comprender que Gocta siempre estuvo allí. Siempre. Nadie
lo descubrió. La naturaleza es la creadora de esta belleza. Lo que hizo Stefan Ziemendorf
es dar a conocer al mundo entero de la existencia de Gocta como la tercera
catarata más alta del mundo. En todo caso eso se llama difusión y no descubrimiento. Pero obviamente estoy seguro que
todos los amazonenses, en especial los pobladores de Cocachimba y San Pablo
están muy agradecidos por ello; de hecho yo también. Pero hay que ser
conscientes que a Gocta nadie lo descubrió, esto basados en la definición de la
RAE, pues recordemos que los pobladores no llegaban al pie de la catarata por
el temor que traían consigo los mitos y leyendas del lugar. Por lo demás
siempre estaremos orgullosos de tener la catarata más alta del Perú y la
tercera del mundo en Amazonas.